Día festivo, verano... en fín que para mitigar el
calor, decido ir a dar una vuelta por Cadaquès.
Ese precioso pueblo está a unos treinta y pocos
kilómetros curva arriba de mi ciudad, pero antes de esas curvas hay un tramo de
unos 10 o 15 Km. de carretera ancha, recta y llana y en ella me encontraba en
esos momentos.
Dado el buen tiempo y la densidad de tráfico, iba a
velocidad moderada, disfrutando del paisaje y de la visión de un BMW serie 3,
descapotable, nuevo de trinca, de un curioso tono visón, precioso, que
circulaba justo delante de mí. Tenía de todo. Creo que hasta la rubia
que iba en el asiento del acompañante era equipamiento de serie.
Siempre he dicho que yo estaría monísima en un BMW
descapotable paseando mi dorada melena al viento y dejando que el sol
de la Costa Brava me tueste la nariz, sin embargo el conductor parecía mucho más
feo y le sentaba fatal el color del coche. Vamos, en resumidas cuentas, que se
me estaba estaba comiendo la envidia.
De pronto, entre caída de baba y caída de baba, noto
que el tráfico se hace más lento. Retenciones. Veo a lo lejos que lo que
sucede es que hay un tractor con un remolque cargadito de paja (¿qué diantre
hacía en una carretera así?) tan ancho, tan ancho que tiene que ir apartándose
para permitir los adelantamientos, dado que el tráfico es también muy denso en
dirección contraria.
Poco a poco me voy acercando al tractor y justo, justo
cuando le toca al descapotable esperar su turno para adelantar, el viento
de mi tierra, la conocida Tramuntana, decide igualar las diferencias sociales
dándole un tinte poético a la justicia: Un par de ráfagas moviditas
empiezan a hacer saltar la paja del remolque del tractor, yendo a parar toda,
todita encima/dentro de aquella preciosidad con ruedas.
La siguiente ráfaga cubre de polvillo de paja al
conductor del coche que, pelín molesto, empieza a hacer unos gestos
muy elocuentes en dirección al tractor, acompañados de unas frases a
cierto volumen referidas concretamente a la madre del chófer y que no me atrevo
a reproducir aquí por si hay menores leyendo, pero que creo que a poco que nos
esforcemos, podremos recuperarlas de la memoria colectiva ya que su uso está
bastante extendido.
Quince segundos después, el tractor hace señales al BMW
para que adelante, y éste lo hace con el conductor aún agitando las manos
airado, envuelto en una nube de polvo, mientras la rubia que le
acompaña se sacude pelo y ropa y yo me desternillo al volante de mi coche azul,
normalito y con techo y llego a la conclusión de que, en este caso, prefiero NO
conducir ese descapotable y que, palabrita del niño Jesús: la envidia es muy
mala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opina, me encantará leerte...