Domingo 9 de noviembre de hace ya unos añitos,
no muchos.
Es el segundo entreacto de Madama Butterfly y tras
haberme deshidratado llorando entre aria y aria, decidimos irnos a tomar un
cafetito mi cuñá y yo.
Aunque estamos en primera fila, a un kilómetro de la
cafetería del teatro, apenas ha llegado nadie y dado que tras la barra hay 4 o
5 personas, nos atienden de inmediato. Una señora bastante mayor nos sonríe
amablemente mientras le pedimos dos cortados descafeinados con leche natural.
Al cabo de unos segundos regresa con un botellín de
refresco en la mano y nos dice:
-¿La quieren de naranja o de limón?
– Emm…esto…eran dos cortados descafeinados y, si
puede ser, con la leche natural, gracias.
– Ay, sí, sí, nenas…ahora se los traigo.
Van pasando los minutos, la cafetería ahora ya está
llena de gente tomando refrescos, copas de cava, incluso cortados y nosotras
mirándonos con cara de bobas y pensando si Pinkerton y Cio Cio San tendrían el
detalle de esperar aún un ratito.
Se acerca un señor tras la barra y se dirige a las
personas que están a nuestro lado:
-¿Qué van a tomar?
-Mire, creo que estas dos chicas de aquí llevan un
buen rato esperando.
Y nosotras:
-Sí, sí mire: le hemos pedido un par de cortados
a aquella señora de allí, pero no los ha traído aún.
-¿No les ha servido? Mmmm… Fulanita, ¿no
les has puesto los cortados? (Cuchicheos raros entre ellos, yo creo que
hablaban de la Fanta de limón que la mujer pretendía servirnos) Bueno, no se
preocupen, se los traigo de inmediato.
-¡Meeecccc! (Dios. Primer aviso para volver a la sala)
Y yo:
-Cuñá, te voy a hacer una pregunta absurda: ¿le hemos
dicho a este otro señor que lo queríamos descafeinado?
-¡Agh! ¿Y lo de la leche natural?
Tras interminables minutos aparecen los dos cortados,
con todita su cafeína y ardiendo. Imposible acercar los labios al borde y desde
luego ni pensar en tragar esa lava abrasadora que cauterizaría cualquier úlcera
o lesión interna a su paso.
-¡Meeecccc! (Ayayayayayayyyy)
-Cuñá ¿te queda mucho? (casi sin voz debido a las
quemaduras de primer grado)
-No,no mucho. La mitad. (apenas audible, la pobre) ¿Y
a ti?
-A mí es que ya me da lo mismo, he perdido la
sensibilidad en la lengua hace rato.
-¡Meeecccc! (¡¡Aaaagghh!!)
Corriendo desesperadamente para llegar a nuestras
localidades antes de que el ridículo nos impida volver a sentarnos si
llega a sonar la primera nota; cabreada, y con la garganta
abrasada sólo puedo pensar que la próxima vez que vaya a la ópera, pido
directamente una Fanta de limón. Helada.
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