Apenas hace unos minutos que me he despertado.
Estoy remoloneando en la cama…expandiéndome,
sintiéndola toda mía, buscando los rincones aún fresquitos , ésos que no se
tocan desde hace horas.
Hoy hace calor; Ya hace días que la temperatura es
algo más cálida incluso por la mañana. Supongo que lo noto más porque es más
tarde de lo habitual.
Son casi las diez, y aquí sigo: meciéndome aún en la
duermevela, en el placer y la voluptuosidad de la pereza.
Esta es una hora plácida, no tengo prisa, nada me
reclama, nadie me reclama.
La luz que se filtra por las persianillas de aluminio
es de color cobre, como las propias láminas de la persiana y dibuja en el aire
haces de colores cargados de polvo de hadas. Casi dan ganas de cerrar los
ojos y pedir un deseo.
Es una hora mágica. A lo mejor, además de
las hadas, aparecen gnomos por detrás de la ropa colgada en el galán de noche,
como en un bosque. O quizá, si bajo los pies al suelo, un monstruo me cogerá
por el tobillo desde debajo de la cama y me arrastrará a una cueva secreta,
maravillosa, llena de misterios y tesoros, quizá la cueva de un dragón, quizá
incluso la de Smaug. O posiblemente se abran las puertas del armario y aparezca
una bruja, pero una bruja buena, de esas que lo saben todo, que no necesitan
apenas hechizos ni artículos mágicos. Incluso es posible que, de pronto,
aparezca un conejo blanco con prisa, con mucha prisa…
Cualquier cosa puede pasar a esta hora, mientras sigo
dando vueltas, abrazándome a la almohada, recreándome en la placidez.
Suena una música muy leve, quizá un vecino bailarín, o
la tele en el salón; no lo sé. No voy a averiguarlo tampoco, no me
apetece. Es otra dimensión.
Quiero quedarme en este mundo mágico que ha propiciado el polvo de hadas, donde mi cama está en el bosque, bajo un dosel de hojas, donde el único sonido es el trino de los pájaros y la flauta de algún juglar lejano, donde el edredón que me cubre está formado por flores, hojas secas, ramitas tiernas. Quiero volver al sueño y llevarme este paisaje conmigo… volver a dormir, volver a caer en la placidez.
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