Olvidé tu voz
como olvidé el sabor de tu recuerdo.
Me cansé de buscar
la belleza en las horas de los viernes,
de esperar el regreso de la noche,
de marzo y de su luna.
Me abandoné poco a poco
al rumor del latido sosegado
que traspasa cada vena
con un pensamiento furtivo, impreciso,
breve y casi extraño.
Tengo otra arruga más y algunas canas
y no me importa
porque he vuelto a recurrir a la poesía,
a evitar que el dolor oculte la belleza,
y que el desánimo se proclame rey.
Una vez soñé tu boca
y nombrarte era hablarle a mi alma,
distinguir entre tú y yo era inventar una distancia
y "nosotros" pasó de ser adverbio a
sustantivo.
Pero olvidé tu voz
como se desvaneció tu imagen
cuando existir se volvió decepción
después de ser sueño y sed
y hambre y exceso y alarde.
Paloma G.
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