sábado, 18 de agosto de 2018

Amanece miércoles

Miércoles. Inevitablemente miércoles.  Me gusta la incoherencia de que el día empiece de noche. De que una fecha no arranque desde el instante en que sale el sol,

Lunes, martes, nombres…
Días que nacen de noche,
que deambulan por la vida,
que nos visten y desnudan,
días, inevitables días.
Y este miércoles que tiene
recuerdos de dios viajero,
que se mueve entre la nube
y el calor.
Este miércoles de aroma,
de recuerdo, de deseos.
Este miércoles que avanza
despacio, entre las rocas,
firme y constante
como el viento que busca
el faro
y no se detiene ante el vacío
del abismo.
Esta luz que le acompaña
mientras  abre
sus manos entumecidas
al mundo,
mientras acoge en su tiempo
las velas de los marinos,
y el placer de los amantes.
Este miércoles que evoca
añoranzas de futuro,
de espacios compartidos
en un azul de vereda
con olor de frío dulce
por la ruta del invierno.

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