el cielo amenazaba lluvia,
y en los abrigos
el alma se quedaba fría.
Los sonidos eran sordos,
lejano eco de tormenta,
vacía y seca
en la pesadilla de un niño.
Hoy he despertado en gris,
sin prisa y sin objetivo,
y en la cama
he plantado un desierto.
Hoy la calle olía a silencio,
mañana sonará a olvido.
Paloma G.
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