A veces mis enanitos de clase me dejan K.O. tendida en la lona y sin posibilidad de recuperación.
Por algo que me acaba de pasar, recordaba ahora uno de esos días, hará de eso... no sé, a veces la memoria me engaña, quizá siete u ocho cursos ya.
Era un grupo de entre seis y siete años y, con el fin de practicar con Word, con la búsqueda de texto e imágenes en Google y la inserción de lo encontrado en un único documento (aclaro que soy profe de Nuevas Tecnologías) les había propuesto un ejercicio en el que tenían que definirse de algún modo a través de sus gustos: colores, aficiones, juegos, películas… con todo ello debían hacer un collage, una especie de redacción ilustrada. Es un trabajo similar al que hemos hecho otras veces con otros motivos (Navidad, Carnaval, etc.) y que a ellos les encanta. Se enfrascan en la búsqueda y luego me razonan por qué una imagen y no otra.
En fin, que casi había acabado el tiempo y uno de mis bajitos, siete años, me dice alarmado: “Paloma, no puedo acabar. No encuentro nada sobre mi juego favorito” Fui a mirar su pantalla y en la caja de búsqueda de Google figuraba el nombre de su juego: era “Pía-Pía”. Escrito así, con su guión y todo.
¡Agh, demonios! ¿Qué juego es ése? Todos sus demás compañeros me hablaban de fútbol o de aventuras para la Nintendo Switch, el móvil o la Play. Y, servidora de ustedes, entre lo que juego yo misma y lo que me informan mis alumnos, tiene un Máster en "juegología", pero…¿Pía-Pía? Ni idea. Iba a decepcionar a mi enanito, así que había que investigar.
Me senté junto al peque y le dije, “venga, te ayudo a buscar, cuéntame qué juego es ése y de qué va”
-Paloma, -asombradísimo- ¿es que tú nunca has jugado a Pía-Pía?
-Pues no, cariño, pero si me dices un poco cómo se juega, te ayudo a buscarlo.
Y mirándome con ojos de conmiseración, de pura lástima por esa mujer que en su vida había jugado a Pía-Pía, esa triste adulta que no sabe qué es divertirse, suelta:
-Jugamos cada día, pueden jugar varios, en el patio; uno es el que la para y tiene que píar a los otros que corren y si llegas a un sitio que es casa dices: "casaaaaa" o "salvaadooo" y eso…
-Ah, ¿te refieres a jugar a pillar? ¿Al pilla, pilla?
-Claro, te lo estoy diciendo hace rato: ¡Pía-Pía!
Y sí, tenía razón: pobre adulta que ya ha olvidado, como la mayoría de los niños, lo divertido que es jugar a Pía-Pía en el patio y que hay vida más allá de Play Station.
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