sábado, enero 14

Poesia accidental

Segons el poeta José Hierro "La poesia s'escriu quan ella vol". M'agradaria, potser, fer un matís: la poesia es trasllada al paper quan ella vol, és a dir, s'escriu físicament, però neix molt abans. La poesia ens envolta de manera natural, només cal saber veure-la. O voler. O les dues coses.

I no, no cal reduir-la a amors i laments; no cal pensar únicament en rimes i hendecasíl·labs: és tot això i molt més. Sovint barrejada, fosa amb altres manifestacions artístiques d'una manera indissoluble, però de vegades amagada de manera casual (o potser no tant) entre els carrers de qualsevol ciutat anònima.

Fa un parell de dies vaig ensopegar amb aquesta foto. La vaig fer fa sis anys. És la imatge d’una instal·lació en un carrer qualsevol. No és l'única. Desconec d'on prové la iniciativa, però hi ha (o hi eren quan vaig fer la foto) diverses similars en diferents punts de la ciutat; totes diferents, però totes properes, convidant a la reflexió o al somriure; oferint al passejant un instant de somni, com un oasi enmig de les presses, del trànsit, del no-res a què ens llancem cada dia.

Exactament com la poesia, si.

Ho vaig fer, és clar que ho vaig fer. És clar que vaig prémer aquest botó per aturar el temps. Qui no ho faria?


Tengo un reloj de treinta horas
se pone en marcha al escribir,
cuando se va la noción
y me acerco lentamente a ti.
               de "Relojes en la oscuridad" - Nacha Pop/Antonio Vega - 1985.

viernes, enero 13

Excusas

No sé,
es posible que deba llamarte,
quizá debería decirte que llueve,
que es de noche y hace frío,
que la luna es azul y enorme
y me mira.
Acaso debiera contarte
que apenas dan luz las farolas,
que no pasan coches por la calle,
y sólo se oye el agua en los tejados
gota a gota.
Ciertamente
es probable que sean excusas
para explicarte por qué sigo despierta
y que no me importa la luna, ni la lluvia,
ni los coches, ni el frío, ni las calles
pero me cuesta   dormir sabiendo
cuanto te echo de menos.

Paloma  G.

Relax

.
.
Ni siquiera recuerdas
el viento frío
mientras arde el fuego.
.

El edificio (I)

Anoche acabó otro ciclo y en este primer día del año, los propósitos llenan el aire, se respiran, inundan el ambiente como el olor de los dulces navideños en el rellano de la escalera.
Este rellano, esta escalera en general, es como todas. Es el número 23 de cualquier calle; un portal oscuro, descuidado en el fondo más que en la forma. Con su manita de pintura anual, con sus apliques de bombilla de 60W que le dan ese aspecto mortecino. Con sus buzones casi doblados por el peso de docenas de folletos de propaganda y los nombres incompletos en las ventanillas, cada uno con un sistema distinto de rotulación: el pulcro vecino que tecleó cuidadosamente sus apellidos y los de su difunta; los de arriba, que son tan brutos que  hicieron la etiqueta con rotulador y los chavales estos del tercero que han puesto su nombre con cinta de ésa azul de la maquinita y que duelen los ojos sólo de verlo.
Tan distintos sus buzones como distintas son sus vidas, sus deseos y distintos sus propósitos.


miércoles, enero 11

Petición

Quiero que todo sea como cuando era niña

Y que mis preocupaciones sean de nuevo el examen de matemáticas y las cincuenta copias de "no hablaré en clase" que siempre creía injustas y, en realidad, estaban más que justificadas.
Quiero que todos mis enemigos sean otra vez  esos niños que le quitaban el desayuno a mi hermano pequeño o los que nos levantaban la falda en el patio a las niñas.
Quiero volver a preocuparme por si hoy mis amigos me dejarán jugar a futbol con ellos como siempre o si estará el niño tonto aquél que no quiere niñas en el equipo... ¡Ja! , pero si lo suyo era pura envidia porque yo jugaba mejor que. 
Quiero volver a abrir la bolsa de la merienda como se abre un regalo, sin saber qué hay dentro, con los ojos como platos.
Quiero  que mi madre salga de compras y vuelva  a casa invariablemente con un tebeo para mí y otro para mi hermano, lo cual sumaba dos lecturas.
Quiero que de nuevo todas las enfermedades se curen con zumo de naranja y aspirina infantil y muchos mimos. 
Quiero también que todas las heridas cicatricen con una tirita de colorines y dos besos.
Quiero volver a pedir cinco minutos más por la mañana y que me los den como entonces.
Quiero que la ducha apresurada vuelva a ser baño con juguetes y al salir de la bañera alguien me espere con una toalla enorme, envolvente, cálida.
Quiero volver a creer en las hadas, en Peter Pan, en las brujas... pero no con la nostalgia con la que creo ahora sino con la confianza de entonces.
Quiero devorar cuentos uno tras otro, sin prisa...y soñar en secreto, como soñaba de niña, que un día sería como Jo March de Mujercitas, mi heroína: fuerte, independiente, y sobre todo ¡autora de cuentos!
Quiero... 

Quiero volver en definitiva a esa época en que todo, absolutamente todo, se solucionaba con un abrazo de mi madre o contándoselo muy seria a mi padre que me miraba con la gravedad que requería el asunto y luego se me comía a besos.

Radiografia (I)

Para empezar, en negativo (manías y fobias varias):
  • No soporto escribir con lápiz.
  • Me molesta el olor de las colonias cítricas "frescas" y veraniegas.
  • Me revienta que el aire acondicionado de las tiendas me produzca escalofríos.
  • No soporto la ropa de lana.
  • Me producen terror las cucarachas. TERROR (con muchas mayúsculas)
  • Me da pánico el fuego.
  • Tengo fobia, auténtica fobia a las agujas.
  • No me gusta conducir con poca luz.
  • ODIO los chándals. (sobre todo en la versión "arreglá pero informal")
  • NO puedo vivir sin reloj
  • No soporto estar encerrada (ni en la ducha)
  • No me gustan los días fríos, grises y lluviosos.
  • No me gusta nada, nada, nada la novela policiaca (Sra. Christie, lo lamento, créame)
  • No soporto a esa gente que va con gigantes peludos y permite que se te acerquen con la excusa de "no, si no hace nada". Sí hace, me MOLESTA (en realidad, me dan un poco de miedete)
  • No me gustan los morros (las cosas se hablan y listos)
  • No voy a tener nunca más OTRO coche blanco (3 son multitud)
  • No soporto los cotilleos, ni a nivel personal, ni de prensa ni televisivo.
  • ODIO y, sinceramente, mataría al que ha visto una peli/serie/culebrón/loquesea "muy bueno, mira, te cuento" y me lo cuenta, quiera yo o no, adornado con su propio guión.
  • No me gusta el campo, nací sirena.
  • No me gustan los helados (alguna excepción hago, pero...)
  • No soporto que me mientan. En ningún ámbito.
  • Me aburre mortalmente el baloncesto.
  • No soporto que los ex-fumadores, ex-comedores, ex-bebedores, ex-casados, ex-loqueseaengeneral, se conviertan de pronto en mi conciencia.
  • No, señora, no quiero que me cuente usted todos los productos que usa para lavar, limpiar, maquillarse, depilarse o dejar el Wc como los chorros del oro.
  • Me NIEGO a prestar un sólo libro a nadie (con dos únicas y especialísimas excepciones)
  • Me repugna comer pescado, bueno, simplemente pensar en comerlo.
  • ODIO todos los insectos. Invariablemente, todos me pican.
  • No me gusta que me regalen ropa.
  • No me gusta que me pidan que regale ropa.
  • No me gusta el calzado deportivo excepto para el uso para el que fueron diseñados.
  • NO soporto las mantas. Vi el cielo cuando descubrí hace 35 años los edredones nórdicos.
  • NUNCA dejo que me hagan fotos. Le tengo terror a la cámara.
  • No me gustan los peluches.
  • No me gustan las niñas (y sus entornos) rosas.
  • No me gustan las mujeres que siguen siendo rosas.
  • Por las mismas, odio la "fashion victim"
  • No me gustan las discriminaciones de ningún tipo. Tampoco las positivas.
  • No me gusta la lástima. Las cosas se hacen por convicción, no por pena.
  • Odio esos tapetitos de encaje que la gente tiene en sus casas sobre mesas, muebles, brazos y respaldos de sillones.
  • Ya sé que cocinas muy bien, pero no me cuentes tus recetas en la calle, donde: ni me apetece escucharlas, ni tengo nada para apuntar datos, ni me parece el momento.
  • Me saca de quicio encontrar amigos de mis padres, de los que me conocieron siendo niña y me digan: "nena, como has crecido, qué mayor te has hecho" me dan ganas de contestar: "señora, mayor no, me estoy haciendo vieja"
  • No soporto que nadie sea dueño de mi tiempo.
  • Me enferma que decidan por mí.
  • Y me enferma aún más que alguien crea tener derechos sobre mí.
En fin, la lista es bastante más larga pero afortunadamente la de cosas que SÍ me gustan es más larga aún, así que, hasta la siguiente radiografía.

Hadas


De todos es sabido que cada vez que un niño abandona su infancia y deja de creer en las hadas, una de ellas muere de inmediato.
Yo, como niña crecida, como eterna Peter Pan en versión femenina y sobre todo como la bruja que siempre he sabido que soy, no quiero ser cómplice de la desaparición de mis hermanas aladas y, como defensa ante este mundo gris y de hormigón en el que los juguetes sólo funcionan a pilas y las ilusiones se pagan con tarjeta visa, proclamo abiertamente y con permiso de Wendy que:


¡Creo en las hadas, yo creo, sí creo!

Dinah Washington

Quizá porque, entre muchas otras cosas que hacemos los inconstantes o los hiperactivos, soy cantante aficionada, me ocurre que, así como otras personas se emocionan ante un rif de guitarra o los acordes de un piano, a mí me erizan algunas voces. Me transportan, me producen una profunda (y sana) envidia,  me calan tan hondo que me cuesta respirar.
Nunca he llorado viendo una película, pero durante un estreno de La Traviata, fui la única de todo el teatro que no pudo soltar el pañuelo, que tenía la piel de gallina desde el primer al tercer acto, que hubiese dado las manos por saber expresar como lo estaba haciendo la cantante que interpretaba a Violetta Valery. 
Y no, no soy una purista, lo que me llega es el sentimiento, no la perfección. Puedo temblar con Maria Callas, sí, pero también con Janis Joplin, con Patti Smith, con Billie Holiday, con Whitney Houston  o con Aurora de Tahures Zurdos.
En fin, todo esto lo digo para que me comprendan cuando les hable de Dinah Washington, bueno de Dinah no, de su voz.
Dinah, como tantas otras voces negras, proviene de un coro religioso; era cantante y pianista de una iglesia  baptista en Chicago. Saltó de formación en formación y de sello en sello, dejando en todos su huella hasta ser conocida como "la Reina del Blues" y conseguir lo que nadie aún había logrado, que sus discos se vendiesen fuera de los círculos raciales negros. 
Murió como han muerto muchos:  como diría Justine -la de Durrell- en la batalla por "vivir algo que valiese la pena vivir", ganaron los somníferos. Fue en la navidad del 63.
Dinah, Ella, Peggy Lee, Diana Krall, la inolvidable Billie Holiday y tantas que no conozco, no recuerdo, o la historia se ha tragado.
Hoy traigo aquí su imagen y el sonido  el vídeo de uno de sus temas más conocidos. Una balada de sus últimos tiempos: Mad about the boy es Dinah, es su voz pero también es su historia. Y es más cosas...

Gala

Fue Gala quien tomó una decisión firme aquel verano del 29 cuando, estando de vacaciones en Port Lligat con su marido Paul Éluard , conoció a Salvador Dalí: "Ya no nos separaremos nunca más",le dijo. Esto daría a Dalí la sensación de haber sido comprendido de una manera casi divina. Gala le comprendió y le amó siempre. Y sólo se separaron cuando ella murió en 1982. 
Todo lo demás fue como la vida de ambos, puro espectáculo.
 
 Años más tarde era él quien escribía estas...
 
ELEGÍAS A GALA
Fuente de vida
de noches sin mañanas
yo puedo llegar al surtidor
donde he visto súbitamente
la imagen tan amada
que llevaba grabada
en el fondo de mis entrañas.
Yo sé donde está
el pan de vida
tan blanco es
que cerrando los ojos
lo continuo a ver por transparencia
pan de vida
yo sé donde está el horno
en las llamas del cual
he visto prefigurada
la imagen tan amada
de Gala tan amada
horno que las totémicas guirnaldas
le sirven de adorno.
Yo sé donde está
en el fondo de la tierra
el bloque de mármol
donde está contenida
la imagen de Gala tan amada.
Cuatro elementos obsesionan mi Gala
aire, agua, fuego y tierra
que corresponden a mi Gala
que conocí antes de nacer.
¡Aire ,aire! es el que respiro
de noche y de día
veo sin cesar la imagen de mi Gala tan amada
el recuerdo de mi Gala tan amada
donde respiro sin cesar
de noche y de día
¡el aire, el aire!
de mi Gala tan amada.
En el fondo sin mañanas
el agua se vierte sin fin
en el surtido del jardín
donde he visto detalladamente
el rostro de mi Gala
tan poco amada.

domingo, enero 8

Año Nuevo

Cuando yo era pequeñita, estaba clarísimo que en el año 2000 nos íbamos todos a criar malvas y ya ves tú. Aquí estamos, recién empezado el 2019, año en que transcurre la acción de Blade Runner. Eso quiere decir que, con un poquito de suerte, puedo tener por fin un affaire con Roy Batty si es que no se le ha oxidado antes alguna tuerca. 
Me temo que ya se me ha ido el santo al cielo. En fin, ¿por dónde iba?
Sí. Estaba diciendo que así, como quien no quiere la cosa, nos encontramos otro año más en plena resaca de las Navidades.
El que más y el que menos ha despedido el año haciendo el chorras con la ropa interior de color rojo, con el anillo de oro en la copa de cava, con el cuñado o la prima haciendo el ridículo con la boca llena de uvas mientras algún otro pariente está todavía pensando si eso que ha sonado eran los cuartos o las campanadas.
Nos hemos gastado, también, lo que no tenemos en una cena que ha costado más o menos lo que el Producto Interior Bruto de un país pequeñito, solo para impresionar a la suegra y a ese primo de Huesca que se pone vacilón cada año con lo de la langosta.
Alguno habrá habido que, no siendo consciente de su capacidad de almacenamiento, haya pillado una cogorza del demonio y haya dado con sus huesos en una cuneta o terminado con los sueños de algún otro en cualquier cruce.
Hemos pasado otros Reyes en los que, de nuevo, nos hemos jurado no comercializar la fiesta, rememorar la magia de nuestra infancia y esas ideas tan bonitas y románticas que terminan en cuanto te acercas al primer centro comercial.
Estamos también, cómo no, empezando a obedecer esa lista de buenos propósitos que, admitámoslo, antes del día 15 habremos dejado para el año que viene y que va encabezada invariablemente por aquello de: dejar de fumar, hacer ejercicio y ponerse a dieta.
Pero por favor, que el que más y el que menos llevamos un cuarto de siglo con la misma tontería. ¿Por qué no empezar una lista nueva y que de verdad sea posible (y nos apetezca) cumplir?
No sé, cada uno que se lo curre e improvise.
Venga, hombre. Seamos francos y por una vez vivamos un año auténtico, coherente y consecuente. Eso sí es un propósito que vale la pena.
Si no lo hacemos así, pobre año pasado, pobre año que viene, pobres de nosotros que lo sufriremos y pobres de los que nos rodean que tienen que sufrirnos a nosotros.
Hale, que nos sea leve.