miércoles, 11 de enero de 2017

Dinah Washington

Quizá porque, entre muchas otras cosas que hacemos los inconstantes, soy cantante aficionada, me ocurre que, así como otras personas se emocionan ante un rif de guitarra o los acordes de un piano, a mí me erizan algunas voces. Me transportan, me producen una profunda (y sana) envidia,  me calan tan hondo que me cuesta respirar.
Nunca he llorado viendo una película, pero durante un estreno de La Traviata, fui la única de todo el teatro que no pudo soltar el pañuelo, que tenía la piel de gallina desde el primer al tercer acto, que hubiese dado las manos por saber expresar como lo estaba haciendo la cantante que interpretaba a Violetta Valery. 
Y no, no soy una purista, lo que me llega es el sentimiento, no la perfección. Puedo temblar con Maria Callas, sí, pero también con Janis Joplin, con Patti Smith, con Billie Holiday, con Whitney Houston  o con Aurora de Tahures Zurdos.
En fin, todo esto lo digo para que me comprendan cuando les hable de Dinah Washington, bueno de Dinah no...de su voz.
Dinah, como tantas otras voces negras, proviene de un coro religioso; era cantante y pianista de una iglesia  baptista en Chicago. Saltó de formación en formación y de sello en sello, dejando en todos su huella hasta ser conocida como "la Reina del Blues" y conseguir lo que nadie aún había logrado, que sus discos se vendiesen fuera de los círculos raciales negros. 
Murió como han muerto muchos:  como diría Justine -la de Durrell- en la batalla por "vivir algo que valiese la pena vivir", ganaron los somníferos. Fue en la navidad del 63.
Dinah, Ella, Peggy Lee, Diana Krall, la inolvidable Billie Holiday y tantas que no conozco, no recuerdo, o la historia se ha tragado.
Hoy traigo aquí su imagen y el sonido  el vídeo de uno de sus temas más conocidos. Una balada de sus últimos tiempos: Mad about the boy es Dinah, es su voz pero también es su historia. Y es más cosas...



Mad About the boy

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