Lo que va quedando
de mí en este oscuro tiempo
de flores marchitas y olvidadas
es el eco del invierno
aquél, y tu mirada.
Paloma G.
Lo que va quedando
de mí en este oscuro tiempo
de flores marchitas y olvidadas
es el eco del invierno
aquél, y tu mirada.
Paloma G.
No me gusta cuando el día
empieza con música de sirenas;
Vuelve a ser noviembre y los años
no pierden la costumbre
de repetirse y traer de nuevo
el dolor y la sal.
Es tan lunes como cualquier otro lunes
y tú sigues ahí, lejano y gris
como el mes que te envuelve,
viendo pasar los trenes y las vidas
de otros que, como yo,
temen que llegue noviembre
y ya no estés.
No me gusta cuando el día
termina llorando tinta.
Paloma G.
Yo, enamorado, soñador y loco
que me muero de sed y no lo digo
que estoy junto a la fuente y no la toco.
Jose Angel Buesa
Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.
Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.
Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.
Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.
Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.
El amor (Luis García Montero)
A mí me enamora oir este poema de su propia voz, AQUÍ.