lunes, 24 de octubre de 2016

Manifiesto

Señoras, señores...

Reivindico mi derecho a ser fea e imperfecta.
 
Me explico: parece ser que hay por ahí en alguna cadena de televisión de ésas que nos implantan basura bajo la piel, un programa dirigido a feos, imperfectos, mal acabados y errores de diseño en general. Es decir, el súmmum del premio televisivo, ya no sólo te llevas un coche, sino que entras hecho un adefesio y te convierten en Barbie o Ken así, en un plisplas.
Me a-co-jo-na (por si no se lee bien) darme cuenta de que estoy viviendo en una sociedad en la que la apariencia física es la clave de todo.
Esta sociedad en la que unos ojos pequeños, una nariz prominente, unos kilos de más o unos centímetros de menos te convierten automáticamente en un desecho humano, en un paria.
Es triste ver que los concursos van perdiendo fuelle y de los de habilidad e inteligencia o talento artístico se pasa poquito a poco a los programas de observación en jaula al más puro estilo hámster doméstico o , peor aún, a esta basura: "Señora, ¿no se gusta usted? participe y le ponemos las pechugas a la altura de la clavícula, verá como le sube la autoestima"
¡Qué asco! Qué asco me produce oir a crías de 12 o 13 años discutir sobre lo que han visto en el Cosmo o el Elle que compran sus madres, hablar sobre el "cuerpazo" que tiene la Sra. Beckham o hacerse propósitos de no comer para no engordar. 
Son niñas acomplejadas desde ya, niñas esqueléticas que se ven gordas. Niñas con aparatos en los dientes para corregir defectos inexistentes, niñas que se gastan morteradas de dinero en hacerse planchados japoneses en el pelo, niñas que se ponen a dietas radicales. Niñas que están recibiendo la asquerosa educación que les estamos dando entre todos, en la que si no eres Mila Kunis, January Jones o Elsa Pataky debes pagar para que, a golpe de bisturí, te conviertan en una de ellas.
Esas mismas niñas que cuando tengan 16 o 18 años pasarán a engrosar las estadísticas que las convierten poco a poco en carne de cañón de las clínicas estéticas. Las mismas que piden a sus padres ( y lo consiguen, ¡leches!) como regalo de cumpleaños un retoque en la nariz, una liposucción  o un aumento de pecho. Las mismas que acaban a los 17 años internadas en centros para superar la anorexia que ellas no han podido evitar y sus padres han sido incapaces de detectar.
Y digo yo, ¿para cuando una cirugía cerebral , empezando por los papás, que nos cambie los valores y enseñe a esos críos a aceptarse a sí mismos? Yo puedo llegar a entender que afecte un defecto físico grave, me cuesta pero puedo entender un complejo extremo, pero no concibo esa intolerancia a la frustración.
No entiendo siquiera esa "normalización" que nos convierte a todas las mujeres en ejemplares de 1.70, 50 Kgs de peso, media melena con mechas rubias y nariz respingona. 
No entiendo esa ausencia de personalidad ni criterio. 
No entiendo que nadie nos/les enseñe a apreciar todas las bellezas.
Pero sobre todo, sobre todo lo que no entiendo es cómo estamos fallando tanto todos. Nadie va a enseñar a esos adolescentes a luchar, a vencer problemas, a ser buenas personas, a ser tolerantes y comprensivos.
En lugar de eso, el mensaje que reciben es que sólo vale la perfección. Si no la tienes deprímete, sé un paria o muérete y si tienes la suerte de poder pagártelo, vé a que te arreglen, así de fácil. Todo el mundo te querrá, tendrás mejores trabajos y  triunfarás en la vida y olé.  Sé supermodelo a golpe de talonario y desprecia al resto. ¡Con un par!
En fin señores que, visto lo visto repito la esencia del mensaje:
Me importa un pito que cuando las empresas piden "buena presencia" no se refieran a mí.
Me afecta más bien tirando a poco no tener la nariz respingona y estar pintada de pecas.
No me quita el sueño no llegar a ese 1.75 ideal
No me tiño de rubia porque no me da la gana. 
Casi les he cogido cariño a todos y cada uno de los kilos que me sobran.
Me trae al pairo no poder ponerme la mayor parte de las aberraciones que se diseñan.
Comprendo y acepto que la fuerza de gravedad actúe libremente sobre mi cuerpo (si no fuese así, flotaría)
Y me encanta ser rara e imperfecta y reivindico mi derecho a seguir siéndolo y saber (creo) que he educado a mi hija en el conocimiento de todas las bellezas, que son muchas más que las que marca el Cosmo sin la interferencia de estúpidos programas de televisión que, mucho me temo, proliferarán como moscas.
Me da miedo. ¿A ustedes no?

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