"No parecía haber más que decir. El
viento les aplastaba los finos monos
contra el cuerpo. De pronto les resultó
vergonzoso seguir allí en silencio;
además, hacía demasiado frío para
quedarse allí quietos. Ella dijo que tenía
que coger el metro y se puso en pie para
marcharse.
—Tenemos que vernos otro día —
dijo Winston.
—Sí —respondió Julia—, ya nos
veremos.
La siguió indeciso un rato, varios
pasos por detrás. No volvieron a hablar.
Ella no intentó quitárselo de encima,
pero anduvo deprisa..."
De "1984" (George Orwell)
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