martes, 1 de noviembre de 2016

Noviembre



Al norte de tu sonrisa
donde la voz apenas llega
y la imagen es un deseo
que choca, ciego,
contra los ojos del alma
perdida en la fantasía
de la noche que, callada,
apuesta por los días de noviembre.
Pura esperanza,
armada con restos de naufragios.


PG.
  

Dibujar un sueño

No es tan sencillo. 
Las imágenes que durante el sueño son tan nítidas, se empeñan en diluirse cuando abro los ojos, cuando la bruma se desvanece ante el acoso feroz de la luz que rompe la paz de mi dormitorio.
Un minuto antes he visto, he tocado, he sentido, he vivido...he volado, en fin. 
Y sin embargo, todas esas sensaciones se esconden al llegar el día, se convierten en un poso que sé que guardo en el fondo del baúl donde reposan las emociones, pero tan, tan en el fondo que me cuesta acceder a ellas. Pero están, duermen a la espera del momento en que el alma se asusta de tanto silencio, de tanto vacío y entonces acuden.
Y acuden tan nítidas, tan coloridas, tan táctiles, con tantos sonidos y aromas como la primera vez. Como cuando tuvieron que recluirse a prisa y corriendo porque el haz de luz les hirió. Como cuando volaban a un metro escaso de la superficie del mar. 
Empapándose.
Siempre me he preguntado sobre los procesos sensoriales que acompañan a los sueños: 
¿Por qué una caricia es más vívida entonces?  ¿Por qué deja más huella en la piel?  ¿Por qué recuerdo las gotas de agua en el pelo?  ¿Cómo es posible que note como caen si al despertar, bajo la lluvia apenas las percibo?  ¿Dónde queda eso tras el espantoso sonido del despertador, tras la cruel llamada que me separa del -a veces- único momento sereno del día?
Quiero seguir dibujando ese sueño, pintarlo de azul. Lo prometo.


Cansancio

No hace demasiado tiempo, un par o tres de años quizá, y a la vista de como está el patio político y las incontables noticias de corrupción, habría tardado apenas tres minutos en abrir este blog con idea de desahogarme, de decir lo que pienso, de acordarme de la madre y otros allegados de más de una y más de dos figuras del Gobierno. 
O sea, lo normal.

Ahora ya no puedo.

Por un lado, no hay nada que yo pueda decir que no se haya repetido hasta la saciedad en Facebook, Twitter y demás redes sociales. Yo misma he vertido en ellas mi opinión, comentarios y enfados y, por otra parte, he compartido las palabras de otros muchos en ese sentido, por lo tanto sería redundar en la materia.

Por otra parte, cada día me da más la sensación de que mezclar algo tan deleznable y obsceno como es la política actual con fotografías de lugares que me han impresionado, poemas que me han emocionado o música que despierta todos los ecos de mi alma, es envilecer a estos últimos, profanar la plataforma que los contiene y, de algún modo, degradarme a mí misma.

Es tanto el asco, la repulsión, el aborrecimiento, la decepción, el desencanto, la frustración y la sensación de fracaso colectivo que siento, que ahora mismo soy incapaz de escribir algo mínimamente bello, optimista, dulce... y odio a toda esta casta política TAMBIÉN por ello. TAMBIÉN.


En fin...

Hölderlin preguntaba “Para qué poetas en tiempos de crisis”. ¿Para qué? En palabras de Gabriel Celaya

"Poesía para el pobre, poesía necesaria

como el pan de cada día,

como el aire que exigimos trece veces por minuto,

para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica."

Fuego



Y me amaneces
en el transitar de la piel
cada mañana.



Estado operativo




Estado operativo

He wishes for the cloth of heaven

ÉL DESEA LAS TELAS DEL CIELO

 

Had I the heavens' embroidered cloths,
Enwrought with golden and silver light,
The blue and the dim and the dark cloths
Of night and light and the half-light,
I would spread the cloths under your feet:
But I, being poor, have only my dreams;
I have spread my dreams under your feet;
Tread softly because you tread on my dreams.
Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,
Recamadas con luz dorada y plateada,
Las telas azules y las tenues y las oscuras
De la noche y la luz y la media luz,
Extendería las telas bajo tus pies:
Pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños;
He extendido mis sueños bajo tus pies;
Pisa suavemente, pues pisas mis sueños.

W.B. Yeats