domingo, 17 de abril de 2016

Aún ingenua...

A menos de una semana de cumplir cincuenta y tres años, yo que voy de dura por la vida, me asusto a menudo cuando veo los terribles niveles de ingenuidad en los que me muevo.
Cuando veo la frialdad y/o la indiferencia con la que la mayor parte de la gente que me rodea trata temas que a mí me hielan la sangre, me quedo con una sensación extraña, como de no pertenencia a este mundo o a esta época o a esta jodida civilización de Gran Hombre Blanco.
Y no, no son las noticias de la tele que, aunque me producen arcadas, entiendo que es un precio que hay que pagar por estar…¿"informados"?
No, lo que me preocupa más es la gente de a pie, esas personas que han desarrollado un estómago de amianto capaz de no conmoverse absolutamente con nada que no sea la contemplación del propio ombligo.
   Me preocupa  que mis amigos buenos, amables y bienpensantes me digan que a ver cuando me busco un curro de verdad en vez de trabajar en barrios llenos de inmigrantes. Y lo peor es que no consigo que entiendan que es una opción elegida. Me miran con esa condescendencia del que piensa: "pobrecita, qué nos va a decir".
   Me preocupa la conversación que tenía tiempo atrás con un conocido sobre los niveles de desempleo y la atrocidad que supone el hecho de tener un millon de familias dependiendo de las ayudas. El punto clave fue cuando mi conocido dejo caer:
  • Y mientras, el estado venga a mandar dinero a África, con la de parados que hay aquí.
  • Sí, chico, pero aquí de un modo u otro comen. Hay subsidios, hay ayudas, no se trata de desvestir un santo para vestir a otro, se trata de intentar mitigar ambos problemas. La gente allí se muere de desnutrición.
  • Vale, joder, pero es que los de aquí son españoles.
Ahí me quedé sin argumentos porque hay cerebros a la puerta de los que da igual cuanto llames: no abren.
   Me preocupa otra conocida que, comentando el reciente suicidio de un pobre hombre que decidió poner fin a sus problemas lanzándose al vacío desde el tercer piso en que vivía, sólo ha encontrado de preocupante que el hombre lo hiciese "a las once de la mañana, ahí, a la vista de todos"
Y como esos…mil.
¿Tan fríos, tan vacíos nos hemos vuelto que sólo nos importa que la policía acordone toda la calle, o que queden rastros de sangre que puedan ver los niños en vez de pensar qué puede haber llevado a ese hombre a acabar con su vida? ¿No se nos ocurre preguntarnos qué enfermedad, qué dolor, qué tristeza, qué cansancio o hastío le han llevado a esa determinación?
¿Somos tan repugnantemente territoriales que creemos que la pobreza tiene fronteras? ¿Pensamos de verdad que el problema de desempleo de un español, un francés o un italiano es más serio que el hambre, el puro hambre que están sufriendo miles de personas en otras zonas del planeta? (Eso me recuerda las noticias que tengo por ahí de hace 5 o 6 años cuando la "terrible" pandemia de gripe A que estábamos viviendo y que había matado  ya a un centenar de personas mientras  se ignoraba y se ignora a día de hoy la seguramente menos importante epidemia de malaria que mata diariamente a tres mil niños en África)
¿Somos tan elitistas que nos parece que atender a la educación o conocimientos de los que tienen menos nos devalúa profesionalmente?
¿Somos ASÍ? ¿En esta panda de hienas insensibles nos hemos convertido?
Pues si todo eso es como me parece, me vais a perdonar la ingenuidad  pero es que estoy ya hasta el gorro de vivir en el lado de los que ganan con la sensación de que en realidad estamos perdiendo cada día más. Ah, y perdonadme también la mala leche y el exabrupto pero
¡A tomar por saco la civilización!

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