domingo, 27 de marzo de 2016

Y Justine

Monsieur je suis devenue la solitude même. (Melissa)
Una ciudad es un mundo cuando amamos a uno de sus habitantes (Darley)
 
Justine, perfumada con su "Jamais de la vie",  da nombre a la primera novela de las cuatro que componen "El Cuarteto de Alejandría" , una mujer seductora, promíscua, y al igual que Alejandría -su ciudad y espejo- es "ni griega, ni siria, ni egipcia, sino un híbrido, una ensambladura" y  es a la vez víctima y verdugo en la narración. La ciudad y la mujer son complementarias: fascinantes, sensuales, egocéntricas, torturadas por su pasado y por su presente.
El auténtico protagonista de la novela y narrador de los hechos, Darley, será el único que perciba la verdad de la ciudad -viva, erótica, excitante-  y nos la narra a través de sus habitantes, de los personajes más atrayentes y de la mujer que ama, Justine, esposa de su amigo Nessim. Darley será el único que vea como la ciudad se posesiona de todos ellos y los utiliza. Incluso al autor, que se ve obligado a describirla como un personaje más, con toda su fuerza.
 
Justine enamoró a Darley, Darley me enamoró a mí
NN. 
 
El cuarteto de Alejandría (fragmento)
" Y luego, en otoño, el aire seco y vibrante, cargado de áspera electricidad estática, que inflama el cuerpo bajo la ropa liviana. La carne despierta, siente los barrotes de su prisión. De noche una prostituta borracha camina por una calle obscura, sembrando los fragmentos de una canción como si fueran pétalos. "
 
Al final de Justine se añade este  poema de Kavafis sobre Alejandría
 La Ciudad:
Me dices: Me marcharé
A otra tierra, a otro mar,
A una ciudad mucho más bella de lo que esta
pudo ser o anhelar…
Esta ciudad donde cada paso aprieta el nudo corredizo,
un corazón en un cuerpo enterrado y polvoriento.
¿Cuánto tiempo tendré que quedarme,
confinado en estos tristes arrabales
del pensamiento más vulgar? Dondequiera que mire
se alzan las negras ruinas de mi vida.
Cuántos años he pasado aquí
derrochando, tirando, sin beneficio alguno…
No hay tierra nueva, amigo, ni mar nuevo,
pues la ciudad te seguirá.
Por las mismas calles andarás interminablemente,
los mismos suburbios mentales van de la juventud a la vejez,
y en la misma casa acabarás lleno de canas…
La ciudad es una jaula.
No hay otro lugar, siempre el mismo
puerto terreno, y no hay barco
que te arranque a ti mismo. ¡Ah! ¿No comprendes
que al arruinar tu vida entera
en este sitio, la has malogrado
en cualquier parte del mundo?
 

 

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