domingo, 27 de marzo de 2016

¿ Por qué le llamamos "amor" cuando quieren decir "escote"?

De esto hace ya unos años, puede que unos diez, pero hoy lo he recordado cuando he tenido una discusión en la terraza con un animalejo similar y en parecidas circunstancias (maldito escote)
En su momento,  al contarlo a un par de amigos y ver sus respuestas, me llevó a darle vueltas a lo distintos que somos en realidad hombres y mujeres.
El caso es que fui con la familia a casa de unos amigos, en el campo. Viven cerca de un embalse, rodeados de montañas, flores, hierba… una maravilla.
Una maravilla para cualquiera que no sienta aversión a verse encerrada entre murallas de árboles,  a pisar alfombras de hierbas que resbalan y hacen “crec” cuando pisas Dios sabe qué, aversión a todo ese montón de bichejos que constantemente trepan, saltan y revolotean por donde yo paso,  en fin: la vida campestre que a mí me queda grande. Y es que de pequeña ni siquiera me gustaba Heidi.
Total, llegamos al “paraíso” y justo en el instante en que abrí la puerta del coche para salir, sentí un terrible dolor en el pecho derecho, un pinchazo que no supe a qué atribuir. Pensé quizá en un tirón, un mal gesto al abrir, así que …salí y entré en la casa. Una vez allí el escozor era aún mayor,  así que decidí mirar qué me pasaba y mira por dónde!: tenía dos enormes picotazos que se estaban convirtiendo ya en dos rojas y redondas ronchas del tamaño de monedas de 2 céntimos. Entonces es cuando mi princesa gritó: “¡¡mami, tienes un bicho en la espalda!!”. ¿Bicho? , ja!  tenía a la madre de todas las avispas paseándose alegremente por mi hombro derecho después de haberme hecho una escabechina en el pecho.  Yo lo entiendo, quizá el pobre animalejo entró por la ventanilla que siempre llevo abierta, se enredó en mi ropa y al moverme yo para salir se sintió atacada, por lo que decidió defenderse. Quizá estaba mareada o asustada del paseo en coche, a lo mejor incluso la aplasté un poco sin querer, angelito. Sí, muy comprensible todo, pero me había dejado dos protuberancias que parecían volcanes. Y ardían igual, demonios.
Bien, todo quedó ahí, en lo doloroso por un lado y cómico por otro del hecho. Unos segundos más tarde , la avispa descansaba hecha hamburguesa  en el cielo de los insectos  o en el limbo o donde diantre sea que descansen esos malditos animales que me pregunto yo para qué fueron creados , y con qué fin ,aparte del de amargar a los sufridos urbanitas como yo. Me fui a poner medio bote de After Bite y escozor aparte, seguí mi mañana tan tranquila.
Ahora voy al origen de la pregunta que titula este escrito. Por la tarde, se lo estuve comentando a dos amigos, un hombre y una mujer, por separado: “mira, he estado en el bosque, me ha pasado esto, qué gracia,  jajaja”.
Respuesta inmediata de mi amiga: “eso es que la avispa se ha enamorado de ti. Es una avispa enamorada, podrías escribir un cuento”
Respuesta inmediata de mi amigo: “eso es que llevabas escote. Y claro!”
O sea, tal como las mujeres perciben (o percibimos) las cosas, un acercamiento a mí  aunque sea por parte de un insecto repugnante, es un acto de amor.
Tal como las perciben los hombres es una respuesta evidente a una provocación mía, un “tú te lo has buscado”. 
Y lo más gracioso es que si les hubiese contado una historia distinta, por ejemplo que he conocido a un hombre y que a la media hora me ha invitado  a cenar, o que el chaval del súper me ha hecho descuento, las respuestas habrían sido las mismas:
a-se ha enamorado
b-llevabas escote
Lo cierto es que ahora no me apetece sacar conclusiones, eso se lo voy a dejar a ustedes, pero sí me temo que se confirma una teoría que he manifestado más de una vez: los hombres y las mujeres pensamos con distintos órganos, y ninguno de ellos es el cerebro.
NN.

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