domingo, 27 de marzo de 2016

Idoneidad

¡Que te calles ya, joder!
Con un respingo, aparté los ojos del escaparate que estaba mirando para ver quién había soltado semejante lindeza. Era un hombre de treinta y pocos, alto y fuerte pero sin gracia. Empujaba una sillita de bebé en la que iba sentada una niña de un par de años a lo sumo, y caminando junto a ella, sujetándola con su manita morena, un niño un poco mayor, quizá tenía ya los cuatro años. El exabrupto iba dirigido a él que hacía amago de echarse a llorar en cualquier momento.
Siguieron caminando y yo detrás de ellos, a pocos metros. No oía sus palabras pero los gestos indicaban que el pequeño pedía algo a su padre y éste se lo negaba. Se deducía también que la escasa paciencia de aquél hombre estaba a punto de desbordarse.
Y se desbordó. 
Llegados a un semáforo, el niño rompió por fin a llorar y en ese instante su padre le cogió por el brazo desde su altura, empezó a zarandearle bruscamente  y le soltó algo así como: “¡Que te calles ya de una puta vez, joder,  que te voy a partir la jodida cara como no te calles!”
A esas alturas lloraban los dos niños, el padre arrastraba literalmente de la mano al pequeño, y al descubrirme mirando la escena atónita, me lanzó un par de miradas de ésas que dicen “¿Quieres guerra tú también?”. Giraron en la primera esquina y les perdí de vista a los pocos metros. Ahí acaba la historia.
O empieza. 
Hace tiempo un amigo me comentaba sobre las pruebas de idoneidad que deben pasar los aspirantes a padres adoptivos. Viví esa historia muy de cerca hace unos años con una amiga mía que, a pesar de buen empleo, buen sueldo, buena educación y posición no reunía un requisito esencial para adoptar: tener un marido.
Y yo me pregunto: ¿Todas las miles de familias monoparentales (de grado o por fuerza)  han pasado un test de idoneidad? ¿Todos los padres que en la calle zarandean y gritan a sus pequeños han pasado una prueba? ¿Alguno de los que somos padres hemos pasado alguna vez una control que garantice que vamos a saber ser buenos padres de nuestros hijos? ¿Hay un examen que asegure que no nos equivocaremos?
Los hijos, propios o adoptivos (que viene lo mismo) sólo necesitan una cosa: cariño. Nada más. El resto viene dado por la primera premisa. No creo que mi amiga amase más a su futuro hijo adoptivo con marido que sin él, ni que le cuidase más ni que le educase mejor, aunque faltase el referente paterno.
Sí, ya sé que a priori se trata de dar al niño las mayores probabilidades de bienestar. Se trata de garantizar un mínimo de factores que promuevan la felicidad del niño. Garantía de la  que carecen los hijos biológicos. Garantía que no tienen el pequeño de mi historia y su hermana. Garantía que no tienen los niños hijos de matrimonios que deben contemplar peleas y discusiones y acaban convertidos en armas arrojadizas en manos de sus padres. La que tampoco tienen los niños hijos de padres divorciados o alejados por mil circunstancias.
Los niños necesitan cariño, respeto, cuidados prioritarios y dedicación. Si hubiese una prueba que garantizase esa aportación, si hubiese un modo de asegurarles eso, el resto vendría rodado. Y seguramente más de un padre o madre biológicos suspenderían. El de aquella mañana seguro.


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